De origen incierto, los correfocs forman parte del folclore catalán desde la Edad Media y se encuentran en muchas de las fiestas de los pueblos del arco mediterráneo español. Con una considerable participación popular, los jóvenes del pueblo, disfrazados de demonios, corren por las calles en un asombroso despliegue de fuegos artificiales, mientras que desde sus balcones los vecinos vierten agua sobre los juerguistas, refrescando su ardor y apagando toda chispa no deseada. El ruido y los golpes percusivos de tanta pólvora, encendida con aparentemente abandono, coincide con la atmósfera electrizada de las calles, donde la emoción los celebrantes es palpable.
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Las fotografías son pigmentos de archivo sobre papel Hahnemühle Photo Rag Pearl 320 gr. en una edición de 10 + 2 copias de exposición y miden aproximadamente 36 x 55 cm. Otras versiones existen en gelatina de plata de diversas medidas.
